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El icono de la luz en Catedral de Santa Sofía

Veamos un ejemplo impresionante que incorpora este concepto de espacio icónico, en la Catedral Santa Sofía en Constantinopla. La iglesia fue construida por el emperador Justiniano en la primera mitad del siglo VI y existen sobradas razones para que se la considere como una obra maestra de importancia universal.


Fotografía del interior de Santa Sofía.


La ausencia de representaciones figurativas es una de las características más llamativas de Santa Sofía, que ha sido motivo de innumerables estudios de los investigadores a lo largo del tiempo. Inicialmente, solo había mosaicos de oro con representaciones de cruces y ornamentación. Imágenes figurativas en las paredes, iconos tradicionales, aparecían solo después del periodo iconoclasta y del triunfo de la veneración de los iconos, cuando la nueva situación político-religiosa propició la aparición de "imágenes sagradas" en la iglesia.


Diversas teorías, compiten entre los especialistas, tratando de explicar la ausencia de representaciones figurativas. Entre ellas, una sugiere que Justiniano estaba influenciado por monofisitas, que predicaban contra iconos. Sin embargo, en otras iglesias construidas por Justiniano, como San Vitale en Ravenna o la Basílica del Monasterio en el Monte Sinaí, vemos composiciones iconográficas.


Con toda probabilidad, el significado de esta ausencia de representaciones figurativas radica en el hecho de que tanto Justiniano, como sus maestros arquitectos Anthemios de Tralles e Isidoro de Mileto, (los mejores ingenieros ópticos de su tiempo), conscientemente quisieron crear una iglesia que no propondría ninguna imagen plana, pero en cambio, donde el medio básico de expresión era la luz.


En el interior de Santa Sofía, se desarrollo un sistema altamente complicado de iluminación natural. Un sistema que incluso a día de hoy hace volar la imaginación de los ingenieros ópticos contemporáneos. Un ambiente de luz viviente, cambiante e increíblemente rico fue creado en el interior de esta iglesia a través de un conjunto de reflejos de espejo. Anthemios de Tralles e Isidoro de Mileto desarrollaron un sistema de reflexiones para la primera cúpula de Santa Sofía, que era notablemente más plano que la cúpula vemos hoy.


Utilizaron los alféizares de las ventanas situados en el tambor como reflectores de mosaico, estos reflejaban la luz en la cúpula. Este sistema, permitía igualmente la iluminación la cúpula por la noche, cuando no había luz solar, ya que se reflejaba la luz del estrellas y la luna, de tal manera que crearon el efecto de una luz "que no conoce el ocaso" en el interior de la cúpula de la Catedral.


En otras palabras, una nube de luz flotaba continuamente en la cúpula, representando visiblemente al famoso símbolo bíblico, llamado Kabot en hebreo, o Doxa en griego (que significa "Gloria"), cuando Dios se revela al personas en la forma de una nube luminosa, un proto-icono original que no rompió el Segundo Mandamiento.


También había un complicado sistema de luz artificial que ahora se está reconfigurando con la ayuda de varias fuentes arqueológicas y documentales. Creando, un refinadísimo un ambiente lumínico, de reflexión total mediante mármol incrustaciones, mosaicos de oro, recipientes de plata.


Si resumimos los resultados de la investigación más reciente, nos percatamos de que no solo se trata de una obra maestra de la arquitectura medieval, sino de un icono espacial, por así decirlo, creado por la luz.

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