Icono de la fiesta de Todos los Santos
La Gran Nube de Testigos
En este caso se representa en la parte superior al profeta Daniel y al Rey Salomón.
Los iconos de esta fiesta se desarrollaron a partir del siglo IX y no varían mucho. La configuración del icono es el Paraíso, identificable por la abundancia de árboles y arbustos. En la parte inferior izquierda del icono está Abraham sosteniendo un alma justa en su seno, que también identifica el lugar como Paraíso: el Seno de Abraham es un nombre dado al lugar donde los muertos justos descansaban hasta el Día de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo (Lc 16,19 -31). A la derecha del icono está Jacob, sosteniendo a las "Doce Tribus" en un paño, mientras que en el centro está Dimas el ladrón arrepentido a quien Cristo le dijo en la cruz que "hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23, 39-43). Se puede ver que estas figuras en la parte inferior del icono representan a los santos del "antiguo testamento", antes de la Resurrección de Cristo.
La gran "nube de testigos" descrita por San Pablo en su carta a los Hebreos es fundamental para el icono (Hb11, 33 - 12, 2). Los Santos están reunidos alrededor de Cristo, que está sentado en gloria sobre un arcoíris. Debajo de Él está el Trono de Preparación (La Etimasia), ante el cual Adán y Eva se postran, mientras que la Cruz también está presente (a veces sujetada por Santa Elena y Constantino). Estas son todas las imágenes presentes en el Juicio Final.
Los mismos santos se agrupan según su "tipo": mártires con mártires, ascetas con ascetas, santos padres con santos padres, apóstoles con apóstoles, etc. Algunos de los santos son usualmente reconocibles, pero la idea siempre es que el número de santos presentes está más allá de la cuenta, como fue contemplado por el apóstol Juan en el libro de Apocalipsis: "Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.» Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén. Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.»"
(Ap 7, 9 -12)
Las " cuatro criaturas vivientes " se pueden ver en el icono, junto con varios tipos de ángeles, el sol y la luna. El parecido entre la iconografía de Todos los Santos y la visión del Apocalipsis es otra clara referencia al Juicio Final. El cristiano no puede escapar a tales constantes recordatorios de la necesidad del arrepentimiento, incluso en iconos triunfales como este, el icono de Todos los Santos.
En este caso se representa en la parte superior al Rey David y al Rey Salomón.
A menudo en las esquinas superiores del icono hay imágenes del Profeta Daniel, del Rey David o del Rey Salomón.
Daniel dice en el cantico de los tres jóvenes : "Espíritus y almas de los justos, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente. Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente" (Dn 3, 86-87)
David el rey salmista escribe: "Te darán gracias, Yahveh, todas tus obras y tus amigos te bendecirán; dirán la gloria de tu reino, de tus proezas hablarán, para mostrar a los hijos de Adán tus proezas, el esplendor y la gloria de tu reino. Tu reino, un reino por los siglos todos, tu dominio, por todas las edades. " (Sal 145, 10-13).
Las escrituras del rey Salomón se usan para dos de las lecturas de la fiesta de Todos los Santos. De los Santos, el rey sabio dice: "En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno. A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto; se tuvo por quebranto su salida, y su partida de entre nosotros por completa destrucción; pero ellos están en la paz. Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su esperanza estaba llena de inmortalidad; por una corta corrección recibirán largos beneficios. pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos de sí; como oro en el crisol los probó y como holocausto los aceptó. El día de su visita resplandecerán, y como chispas en rastrojo correrán. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos y sobre ellos el Señor reinará eternamente." (Sb 3, 1 - 8)
Cualquiera de estos versículos podría describir la escena contemplada por los reyes y el profeta y representada en este icono.
Alrededor de la multitud de Santos hay una mandorla circular de luz. Esto muestra la comunión de los Santos: la comunión entre ellos y con Dios. Los santos padres describen cómo los santos en el cielo pueden escuchar nuestras oraciones a través de la gracia del Espíritu Santo. Padres modernos como Silouan el Athonita y Theophanes el Recluso explican especialmente cómo el Espíritu Santo envuelve a los santos y les permite a través de la gracia compartir la percepción de Dios al escuchar la multitud de nuestras débiles oraciones. La nube de luz que rodea a los ángeles, a los santos y a Cristo no solo muestra la unidad de los santos con Dios, sino también la verdadera profundidad de la comunión y la conciencia compartida: la verdadera theosis (unión intima con Dos) .
Hay algunos iconos de Todos los Santos que muestran una jerarquía más "organizada" de los santos en el cielo, como esta. Esto da la impresión de un Cielo ordenado, un Cielo completo, como un gran templo celestial con Cristo reinando sobre todos. Esta no es una visión equivocada del Cielo de ninguna manera. Sin embargo, el icono más común de Todos los Santos muestra una mandorla (almendra) circular de luz que rodea las filas de santos y ángeles alrededor del trono de Dios.
El círculo tiene una forma perfecta y no se ve "inacabado", sin embargo, existe la posibilidad de que el círculo crezca: para abarcar aún más almas y llevarlas al reino celestial. El ícono nos recuerda el juicio final en muchos de los detalles, pero esta gran nube brillante también nos recuerda que todavía hay lugar para nosotros.